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El postulado democrático "Un hombre un voto", en su concepción más radical representa un axioma de equidad válido cuando el derecho a votar es un privilegio, no aún una garantía.

Todos los políticos hablan de la democracia como un valor supremo, como una forma ideal de vida, hasta que tienen la oportunidad de influir para cambiar las cosas, para dejarlas como estaban o similar modificarlas.

Una vez instalados en el poder, la premisa de conservarlo les lleva a mantener el actual sistema democrático tan imperfecto y obsoleto como a sus intereses coyunturales convenga, ya que es más fácil gobernar en un país democráticamente inmaduro que hacerlo en una democracia capaz de elegir entre sostener un sistema clientelar incondicional o uno suficientemente funcional para el interés general.

Como principio democrático, "un hombre un voto" solo puede tener sentido cuando el voto tiene sentido para el hombre, pero cuando el voto en lugar de constituirse en un instrumento liberador representa uno de los frenos para que el hombre no pueda ser libre, entonces esto se convierte en una posición tramposa y tendenciosa que se alimenta de demagogia y simulación.

Un principio ético fundamental establece que no se puede tratar igual a los diferentes y es ahí donde radica el valor de entender que resulta contraproducente para un sistema democrático funcional y justo pretender que los ciudadanos, por el simple hecho de ser tales, deben ser considerados igualmente aptos para elegir sus gobiernos.

Elegir no es lo mismo que votar. Las personas podemos disponer nuestra voluntad con base en criterios apegados a lo que nos mueve, motiva o inspira. Esa cualidad nos permite trazar el rumbo de nuestros propósitos, para poder llegar a aquello que nosotros consideramos el ideal o las metas que nos proponemos.

Votar se limita a la acción de depositar en una urna una papeleta en la cual no necesariamente es nuestra voluntad consciente lo que guía la pretendida decisión implícita en la opción cruzada.

La democracia ponderada debe referir a un sistema capaz de reconocerle al votante su grado de conciencia civil para elegir de manera ecuánime e informada el gobierno que quiere que le represente, que le interese o que simple y llanamente le convenga.

El grado de conciencia civil del individuo es ponderable y los medios para que así pueda ocurrir existen en México, por lo que lo único que se necesitaría para ello es la voluntad de hacerlo mediante un ejercicio institucional honesto que contribuya a la educación cívica de los electores.

Las tiranías prosperan en los pueblos ignorantes, luego entonces la mejor garantía para esta forma de gobierno que puede disfrazarse de diferentes maneras, es no mover el estado de cosas para que el sistema funcione a favor de quien ostente el poder hasta que llegue otra fuerza a desplazarle.

Hasta ahora hemos contado con una institución electoral desprestigiada e intervenida por diversidad de intereses ligados a un sistema de partidos que se ha apropiado del propio sistema

electoral al grado de repartírselo a tajadas en medio de cínicas simulaciones que sostienen el andamiaje que garantiza su inamovible continuidad.

Hoy como nunca el potencial de que en México las cosas cambien para mejorar en materia de democracia están dadas, para lo cual es necesaria una reforma electoral que le apueste más allá de los intereses inmediatos del poder, activando el costoso y desperdiciado instituto electoral en tareas fundamentales como la evaluación y capacitación de la ciudadanía para que aprenda a ejercer su derecho a elegir, ya no solo votar, a la par que obliga al individuo a valer para una auténtica democracia.

Nuestro mal de origen como sociedad mestiza dominada radica en el hecho histórico que nos llevara como nación emergente a la independencia de la corona española, la cual fue impulsada por la casta criolla que en su calidad de privilegiados de segunda frente a los ibéricos promovieron su propia causa encabezando una rebelión de miserables e ignorantes que en su gran mayoría nunca llegaron a entender el concepto de libertad por lo que solamente terminaron cambiando de dueño, atados a la misma perrera.

El fuerte presidencialismo ahora instaurado en nuestra nación bien puede, paradójicamente a su naturaleza clientelar, aprovechar las condiciones actuales de fuerza que tal vez después de 2021 terminen más equilibradas y por tanto menos poderosas que en la actualidad, para orientar a la nación a una condición democrática de mayor calidad procurando darle consistencia real a su postulado de concebir al mexicano como un pueblo sabio, bueno y consultable.

Esperemos un día muy lejano poder coincidir con esa afirmación que solo sería posible si este o algún otro gobierno se atreve a apostarle de esta y otras maneras a buscar un mejor futuro para nuestra nación sobre la base de una ciudadanía cada vez más fuerte y empoderada.

Bytheway

Si bien el Presidente AMLO volvió a corregirle la plana a su Secretario de Hacienda aliviando al pueblo sabio de la zozobra inducida ayer por un "desbocado" Arturo Huerta, lo relevante es que el tema ya ha sido colocado en la agenda y seguramente termine en un incremento del porcentaje de cotización, que deberá pasar del 6.5 al 13%, además de un mayor estímulo para la cultura del ahorro solidario. Hay más una manera de vender un caballo viejo.

Vaya piropo el que recibiera ayer la Gobernadora Pavlovich por parte de la Doctora Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del Presidente AMLO, en la inauguración del foro de Archivos Históricos de Sonora, el cual se lleva a cabo en la ciudad de Caborca del 9 al 11 de este mes. Durante el evento inaugural la presidenta de la Coordinación Nacional de la Memoria Histórica y Cultural, a quien no le agrada el epíteto de primera dama por que vale por sí misma, (aplausos por ello), reconoció a la mandataria por su voluntad y fuerza para, en su condición de mujer, estar al frente de nuestro estado a pesar de que la lucha por la equidad en este país, tiene aún muchos logros por delante.

@dparra001